Aborto

Opinión del Cardenal Medina: Aborto y Eufemismo

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El Cardenal Jorge Medina Estevez envió una carta a El Mercurio para manifestar su posición respecto al aborto. El cura declara que la acción corresponde a un asesinato y que la palabra “interrupción del embarazo” es un eufemismo para “suavizar y hacer menos espantoso el asesinato de una criatura humana inocente e inerme, incapacitada para defenderse”.

Señor Director:

Respecto del debate sobre el aborto, me parece pertinente recordar el significado de algunas palabras, según el diccionario de la Real Academia Española:

Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc…

Eufemismo: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

Hipocresía: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.

Inocente: Libre de culpa.

El Papa Francisco ha dicho que el aborto es un asesinato. El Concilio Vaticano II lo calificó como un “crimen abominable”. La creatura abortada no ha realizado ninguna acción culpable que pueda merecer la muerte provocada por los horrorosos métodos que se emplean para realizar abortos: despedazamiento, heridas mortales, envenenamiento. La expresión “interrupción del embarazo” es un eufemismo para “suavizar” y hacer menos espantoso el asesinato de una criatura humana inocente e inerme, incapacitada para defenderse. La expresión “despenalización” del aborto es otro eufemismo detrás del cual se esconde la “legalización” de un asesinato alevoso y premeditado. Los eufemismos no son precisamente expresiones de la verdad: tienen cierto parentesco con el disimulo y, en ocasiones, con la hipocresía.

Muchos sacerdotes hemos contribuido, con nuestros consejos y otros auxilios, a evitar abortos. Hemos visto crecer a esos niños y hemos podido comprobar, con mucha alegría, que, con el correr de los años, esos jóvenes han llegado a ser un gran consuelo y eficaz apoyo para sus madres. Y hemos visto también cómo la atención amorosa de niños discapacitados ha sido un incentivo para que sus progenitores ejerciten una generosidad libre de todo egoísmo y una donación que mucho se asemeja al amor que Dios, Padre misericordioso, nos prodiga gratuitamente en todo momento, y mucho más allá de nuestros merecimientos y cualidades.

A quienes propugnan leyes inválidas que favorecen el aborto, les decimos, con respeto pero con firmeza, que recuerden la ley de Dios que dice, sin ambages: ¡No matarás!

Cardenal Jorge A. Medina Estévez